También conocida como organicismo arquitectónico, la arquitectura orgánica se caracteriza por la búsqueda de armonía entre la naturaleza y la funcionalidad del hábitat humano, sin interrumpir el lugar de emplazamiento.
En la gestión y diseño del proyecto, esta filosofía pretende comprender el espacio para evitar crear bloques pesados que invadan el paisaje. Para lograr esto, establece que los edificios, casas o recintos recreativos sean parte integral de una composición correlacionada y homogénea.
Se dice que es funcional porque deriva del movimiento funcionalista o racional, promovido principalmente por el arquitecto Frank Lloyd Wright. Algunos de los elementos de este movimiento que reutiliza la filosofía orgánica son la planta libre y la preponderancia de lo útil por sobre lo ornamental.
En este estilo, el arquitecto es consciente de que no existen separaciones entre sus obras y el entorno, pues ambos forman parte de un todo. Bajo esta premisa, se pone al servicio de la construcción sin desafiar a la naturaleza, proyectando el ambiente y representando al usuario, el entorno y los materiales en forma sensible.
Principios de la arquitectura orgánica
Los principios básicos que guían este tipo de arquitectura son:
- Materiales naturales: Tanto en la estructura, como en el cuerpo y la fachada, los materiales que se utilicen deben estar lo menos procesados posible. También pueden ser reciclados, en este caso su origen puede ser nativo o industrial. El objetivo de esto es que los materiales hayan demandado un bajo nivel de energía en su fabricación, para así respetar las leyes de la naturaleza.
- Concepción espacial: La edificación debe estar en armonía con su lugar de destino, por lo que en los diseños formales se aceptan cambios o modificaciones debido a:
- Los materiales, que al ser naturales poseen distinta forma, dimensión o color.
- El entorno y la realidad física. La intención es no deformar el hábitat y evitar ir en contra del ambiente natural.
- Habitabilidad de la obra: Los sistemas de calefacción o ventilación deben ser de bajo consumo energético. Idealmente, las fuentes deben ser naturales, usando sistemas de energía solar o geotérmica, por ejemplo. Además, la aislación en muros, ventanas y techos debe ser de buena calidad para evitar fugas de calor o problemas de humedad.
Si bien está fuertemente ligada a la arquitectura funcional, logra acercar el arte arquitectónico a un plano mucho más sentimental y consciente con el medio ambiente. Siguiendo este propósito, reconoce los terrenos no como un fondo, sino como una extensión de la obra a edificar.
Esta filosofía ha sido sin duda una gran influencia para el desarrollo de la arquitectura sostenible, por lo que juega un papel importante en gran parte de nuestros proyectos. Sus principios tienen una influencia importante en las decisiones relacionadas a los impactos en la naturaleza, la conservación del hábitat natural y las soluciones que podemos aplicar para causar el menor daño posible en el entorno.